El 60% del territorio de Israel es desierto, una característica que construye un imaginario del país como un destino árido y seco. Pero lo cierto es que este destino mediterráneo también atesora varios jardines a lo largo de todo su territorio que son auténticos reductos de vegetación; unos entornos naturales con miles de especies de plantas diferentes que ofrecen la desconexión necesaria tras la cuarentena.
Actualmente, Israel reúne 150 reservas naturales y 65 parques nacionales y que, en total, suman 1.000 km2 en todo el país. Entre ellos, destacan cinco edenes cuyo principal valor es la belleza de sus paisajes y la diversidad botánica que ofrecen:
- Jardín botánico de Jerusalén. Un pulmón verde que se alza en medio de la espiritualidad de la ciudad y que con más de 4.000 m2 de extensión, es uno de los jardines más grandes de Oriente Medio. Allí pueden encontrarse más de 6.500 especies y variedades de plantas originarias de los cinco continentes.
- Jardines de Bahai. Los de Haifa son uno de los puntos turísticos más conocidos del país, pero la ciudad de Akko alberga unos segundos jardines de Bahai menos populares para el público general. Su gran particularidad es que se extienden en forma de círculo rodeando la mansión donde residió Bahá’u’lláh (el profeta del bahaísmo), creando así un camino rodeado de cipreses, plantas y flores.
- Parque Yarkon. Un parque urbano situado en Tel Aviv que alberga el jardín de tipo rocoso más grande del mundo y que contiene piedras de varias zonas del país mediterráneo, poniendo en relieve la gran diversidad geológica de Israel. También tiene un jardín de cactus con más de 3.000 variedades.
- Jardín botánico Ein Gedi. Entre las más de 1.000 variedades de plantas que alberga, destacan ‘rarezas’ africanas como árboles baobab o flora tropical originaria de Madagascar. Por su proximidad con el mar Muerto, el jardín tiene una exposición de piedras procedentes del punto más bajo del planeta.
- Jardín botánico Eilat. Ubicado al sur del país, nació para ser una ‘jungla tropical’ en medio del desierto. Su flora se constituye de más de 1.000 especies, con nombres como los árboles de baobab y de doum; o plantas autóctonas como las acacias o el bálsamo de Abraham. Estos jardines se alzan alrededor de la primera granja orgánica de todo Israel.