Un tren nocturno que circula por el centro de Jerusalén. Foto: Turismo de Israel
Jerusalén quiere convertirse en una ciudad libre de emisiones, que garantice la salud de sus habitantes y turistas. Por ello, el ayuntamiento de la ciudad ha unido fuerzas con el Ministerio de Protección Medioambiental para lanzar un plan que evite que los vehículos más contaminantes crucen por la ciudad.
El ministro de Protección Medioambiental, Ze’ev Elkin, ha defendido esta medida asegurando que “en la mayoría de las ciudades del mundo occidental ha funcionado la delimitación de una zona de aire limpio. Ya es hora de que los residentes de Jerusalén y sus visitantes respiren aire limpio”.
Los primeros afectados serán los conductores de vehículos diésel fabricados antes de 2006, a no ser que estos vayan equipados con filtros especiales. Esta medida forma parte de un plan mayor, en el que el gobierno invertirá más de diez millones de dólares, y toma como referencia el proyecto de la ciudad portuaria de Haifa, que en su primer año como espacio libre de emisiones ha reducido la contaminación en un 20%.
El plan también incluye presupuesto para la introducción de diez buses eléctricos en la ciudad, que llevan operativos varios meses.